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Investigación de seguridad en La Haya: la amenaza del malware móvil

Una de las paradas más interesantes de nuestro reciente viaje a Ámsterdam fue en el Delta de seguridad de La Haya. Para aquellos de ustedes que no lo sepan, La Haya es el nombre de la sede del gobierno de los Países Bajos (y sí, el artículo está en mayúscula). El Delta de seguridad de La Haya (HSD) es el título oficial de un esfuerzo de colaboración entre las empresas de los Países Bajos, el gobierno y múltiples instituciones de investigación para identificar amenazas de seguridad emergentes, compartir las mejores prácticas y fomentar la colaboración entre la industria, los gobiernos y las universidades.

Uno de los temas más interesantes que surgieron durante nuestra visita fue el tema de la seguridad de la red móvil, particularmente ahora que Edward Snowden ha dejado que el gato se salga un poco de la bolsa. Desde que sus acusaciones iniciales arrojaron luz sobre las diversas actividades de las agencias gubernamentales de espionaje, hemos visto un mayor nivel de escrutinio sobre actividades que antes pasaban desapercibidas.

Un punto que los funcionarios de los Países Bajos señalaron repetidamente durante nuestra conversación es que la empresa es la “puerta de entrada digital” a Europa. En otros contextos, esto puede parecer arrogancia, pero una vez que observa la disposición de los cables submarinos entre los EE. UU. Y Europa, tiene mucho más sentido.

Los Países Bajos están lejos de ser el único centro de conexiones transatlánticas entre EE. UU. Y Europa, pero ciertamente representa una parte significativa de la capacidad total de cable. Una de las creaciones de Security Delta es la creación de lo que denomina Trusted Networks Initiative, un programa que permitiría cortar los ataques directos de denegación de servicio que se originan en países específicos. TrustedInternet

Esta imagen bastante caricaturesca todavía hace entender. Al crear un “puente” de red que se puede subir y bajar, la idea es que el contenido y los visitantes puedan aislarse limpiamente de los malos actores que lanzan un ataque. Aquí hay una suposición intrínseca, específicamente, la idea de que los atacantes se agrupan en un grupo de sistemas que pueden separarse limpiamente de las llamadas redes “de confianza” que seguirían funcionando.

Cuando les pregunté a los líderes del proyecto si este programa también podría usarse para facilitar la censura, parecieron sorprendidos de que alguien siquiera hiciera la pregunta. Puedo creer que, por principio, los Países Bajos apenas buscan emular las reglas de China continental o su Gran Cortafuegos. Además, tiene mucho sentido que en una época en la que los ataques patrocinados por el estado van en aumento, los países buscarán formas de proteger sus propias redes internas de este tipo de ataque coercitivo. Pero las similitudes entre “Protegernos de ataques externos” y “Crear redes confiables que funcionen como sistemas de censura” significan que este tipo de investigación siempre será un arma de doble filo.